¿Por Qué son Peligrosas las Dietas para Bajar de Peso?
Hoy en día existen muchas dietas para bajar de peso que prometen felicidad y bienestar. Sin embargo, generan culpa, ansiedad, estrés y diversos problemas de salud. A continuación, encontrarás formas de identificarlas y alejarlas de tu vida.
01.
Las dietas para bajar de peso son persuasivas aun cuando son riesgosas para la salud.
La forma en que se presentan en los medios de comunicación resulta clave para su aceptación masiva. Por lo general, se describen utilizando un lenguaje seductor y persuasivo, destacando los supuestos beneficios rápidos y transformadores que prometen. Además, se suelen incluir testimonios de personas que aseguran haber experimentado cambios dramáticos en su apariencia o salud como resultado de seguir estas prácticas alimentarias.
Esta narrativa convincente despierta un atractivo irresistible que motiva a las personas a probar estas dietas, aun cuando puedan implicar riesgos significativos o carecer de evidencia científica sólida que respalde sus afirmaciones.
02.
Generan pérdida de masa muscular y no grasa.
Asegura una pérdida de peso rápida en un periodo extremadamente corto de tiempo, como en días o semanas (Ej.: Pierde 10 kilos en 1 semana). Pero no se menciona que la pérdida de peso se debe a la pérdida importante de masa muscular, lo que genera riesgos a la salud cardiaca y metabólica, junto con desbalances hormonales ligados a las señales de hambre y saciedad.
El único indicador de éxito que promueven estas dietas es la reducción del peso corporal. De hecho, cuanto mayor sea la pérdida de peso en el menor tiempo posible, más efectiva se considera, sin advertir sobre sus consecuencias perjudiciales.
03.
Son excesivamente bajas en calorías.
Se promueve la idea errónea de que el consumo de calorías y nutrientes es igual para todos y que es indispensable realizar una reducción drástica de calorías para perder peso. Sin embargo, esta afirmación está completamente alejada de la realidad. En primer lugar, cada cuerpo es único y presenta necesidades energéticas diferentes que varían según múltiples factores. Entre ellos destacan el sexo, la edad, la actividad física, la etapa de la vida (como la niñez, la adolescencia o el embarazo), así como alergias, intolerancias, preferencias alimentarias y horarios.
Las dietas extremadamente bajas en calorías pueden provocar déficits de nutrientes esenciales, lo que afecta negativamente al funcionamiento del organismo. Por ejemplo, la falta de energía suficiente puede derivar en fatiga crónica, debilidad muscular y reducción de la capacidad mental. Además, estas dietas suelen ocasionar desbalances hormonales que alteran las señales de hambre y saciedad, lo que podría perpetuar patrones de alimentación disfuncionales.
04.
Las dietas para bajar de peso no son personalizadas.
Ninguna dieta milagrosa toma en cuenta la individualidad de cada sujeto, su estado de salud, actividad física, enfermedades diagnosticadas, antecedentes familiares, gustos, entre muchas otras cosas.
05.
No permiten entender nuestras señales de hambre y saciedad.
Como la finalidad principal es la pérdida de peso a través de una restricciones extremas, se deja de escuchar y entender nuestras señales internas. Finalmente termina generando un desbalance metabólico, provocando un efecto rebote en el futuro, periodos de frustración y una mala relación con los alimentos.
06.
No enseñan hábitos de alimentación saludables.
Suelen centrarse únicamente en la reducción drástica de la ingesta calórica, sin prestar atención a la calidad nutricional de los alimentos consumidos. En lugar de fomentar hábitos alimentarios saludables, una alimentación balanceada y sostenibles en el tiempo, imponen restricciones estrictas sobre la cantidad de alimentos permitidos, lo que puede resultar en una obsesión con las calorías en lugar de una alimentación equilibrada y nutritiva.
07.
Prohíben el consumo de algún grupo o un alimento.
Destacan que algún grupo de alimento o un alimento en sí no debe ser consumido por una sola razón: «Capacidad de engordar». Esta afirmación se mantiene aún cuando no existe evidencia científica de ello.
08.
Se debe seguir instrucciones y etapas de manera rigurosa.
Para que cumplan su «efecto esperado» se deben cumplir pasos específicos y rigurosos. No existe libertad de elección de alimentos, por lo que no permiten adaptarse a las distintas circunstancias del día o la vida.
09.
Se llevan a cabo por un periodo de tiempo.
Entrega de instrucciones estrictas que deben ser realizadas en un periodo determinado de tiempo (Ej.: Reto de 21 días) para lograr la única finalidad que se persigue: Bajar de peso.
10.
Genera culpa si no se sigue adecuadamente el proceso.
Al imponer estándares poco realistas y restricciones muy extremas en cuanto a la alimentación, las personas se sienten culpables y se culpan a sí mismas por no tener la fuerza de voluntad o el autocontrol suficiente para seguir el plan. Sin embargo, es importante reconocer que la culpa no es de la persona que intenta seguir la dieta, sino en la propia naturaleza de la dieta en sí, ya que no están adaptadas a la realidad individual de cada persona ni a las necesidades específicas de su organismo.
11.
Enseñan relación negativa con los alimentos y con tu cuerpo.
Al catalogar alimentos como «buenos» o «malos», predisponen a tener un pensamiento crítico hacia ellos. Cobra relevancia las calorías aportadas más que la calidad entregada.
Si una persona llega a consumir aquellos alimentos «malos», se genera un sentimiento de «fracaso» ya que está «está engordado», lo cual es fatal para la cultura de las dietas.
12.
Las dietas para bajar de peso esconden los efectos negativos que pueden provocar.
Una alimentación centrada solo en las calorías, puede provocar una serie de efectos secundarios negativos, como fatiga, debilidad, mareos, problemas digestivos y desbalance nutricional como la desnutrición por falta de nutrientes o un exceso de peso por el efecto rebote, también pueden provocar enfermedades psiquiátricas como los Trastornos Alimentarios o incluso hasta la muerte debido a que muchas veces recomiendan el consumo de hierbas u otros productos naturales que pueden generar una falla en ciertos órganos. Nuestro cuerpo entiende de calidad, no de cantidad.
13.
No se adapta a la cultura gastronómica del país.
En muchas culturas, la comida no es solo una cuestión de nutrición, sino también de identidad, tradición y comunidad.
La alimentación y las costumbres culinarias de una región suelen estar profundamente arraigados en la historia y la geografía del lugar, así como en las preferencias y necesidades locales. Las dietas milagrosas a menudo no tienen en cuenta estos aspectos, lo que puede generar un conflicto entre la búsqueda de un cuerpo «ideal» y la preservación de la identidad cultural a través de la comida.
14.
Las dietas para bajar de peso no se ajustan a la realidad económica del grupo familiar.
Muchos de los alimentos recomendados o incluso la frecuencia de consumo de ellos, puede llegar a significar un gasto económico elevado y sobre todo emocional si no se logra adquirir aquel o aquellos alimentos.
15.
No se amoldan a los gustos individuales de cada persona.
Cada persona tiene gustos y experiencias distintas con cada alimento o grupo de estos, por lo que no permiten tener una conexión emocional adecuada.
16.
No promueve el consumo de alimentos de estación.
Al existir una lista de alimentos muy específica, no se toman en cuenta aquellos que se presentan naturalmente en cada temporada del año, lo cual puede significar una carga emocional y económica elevada.
17.
No promociona un consumo variado de alimentos.
Siempre son los mismos alimentos permitidos por la supuesta «baja cantidad de calorías». Se promociona la cantidad versus la calidad, siendo que el cuerpo necesita y entiende más de lo segundo que lo primero.
18.
No enseñan horarios adecuados de alimentación.
Otro punto importante que podemos utilizar para detectar las dietas engañosas y sobre todo aquellas restrictivas es que recomiendan ayunar o saltarse tiempos de comida con el objetivo de «quemar grasa». Esto genera un desequilibrio hormonal y una desadaptación a cada realidad y necesidad nutricional de cada sujeto.
19.
Las dietas para bajar de peso prometen adelgazar sin ningún esfuerzo.
Este es uno de los elementos que llaman más la atención de la población. Buscan métodos que tengan efectos rápidos y duraderos sin mayor dificultad y trabajo, pero la realidad es que, si se desea lograr efectos a largo plazo, se debe lograr seguir y mantener una rutina adaptada a las distintas realidades económicas, psicológicas, fisiológicas y alimentarias.
20.
Atribuye poderes mágicos a ciertos nutrientes.
Afirman que ciertos alimentos tienen la capacidad de quemar grasa, acelerar el metabolismo, tener efectos afrodisíacos o incluso curativos pero ninguno de ellos tiene fundamento y/o evidencia científica para comprobarlo.
21.
Aseguran "limpiar" tu cuerpo.
No necesitamos alimentos para desintoxicar el cuerpo ya que nuestros órganos cumplen esa función. Los alimentos y sus nutrientes ayudan a que nuestro cuerpo tenga una correcta funcionalidad. Si el cuerpo estuviese sucio o «intoxicado» ocurriría una falla sistémica con consecuencias mortales.
22.
No recomiendan la visita a un profesional capacitado.
Afirman ser creadas y certificadas por profesionales de la salud (casi siempre un médico), para reforzar su eficacia y seguridad, pero en realidad no hay estudios que lo avalen. Si llega a ser estudiada, la población analizada no es lo suficientemente representativa ni adecuada para cerciorar eficacia y seguridad.
23.
Presenta testimonios y relatos para dar credibilidad.
Intentará generar credibilidad de cualquier forma con el objetivo de atraer consumidores. Cabe destacar que los relatos entregados son extremadamente atractivos.
También pueden estar incluidos algunos productos «mágicos» para adelgazar, que es uno de los grandes engaños de la industria de la dieta.
24.
Las dietas para bajar de peso las promueven los Inluencers sin conocimientos ni estudios.
Es muy común que figuras públicas utilicen la promoción de dietas con el objetivo de ganar dinero fácil a costa de la desesperación y salud psicológica, nutricional y metabólica de la población. También el valor del «trabajo» tiene un costo mucho mayor a lo que puede llegar a valer una hora médica normal. Junto con lo anterior, al haber una ausencia de evidencia científica y de conocimientos básicos de terapia nutricional pueden generar efectos secundarios peligrosos e irreversibles en la salud.